LA SOLIDARIDAD: CAMINO PARA LA SUPERVIVENCIA DE LA ESPECIE HUMANA


 
Por Milton Armando Gómez Cardozo


La pandemia del COVD-19 nos ha dejado experiencias negativas. No obstante, puede al mismo tiempo ser una oportunidad para construir una mejor sociedad, ser mejores seres humanos y alejarnos del individualismo que campea en las relaciones humanas de nuestro tiempo.

La solidaridad como principio fundante de los derechos humanos eleva a la humanidad a otra dimensión en la cual el hombre trasciende moralmente y alcanza una verdadera condición humana. Sin embargo, históricamente el aporte de la solidaridad ha sido relegado a un plano secundario. Otros principios fundantes de los derechos humanos como la dignidad humana, la libertad y la igualdad han tenido un mayor desarrollo en la hermenéutica y en la doctrina constitucional.

Para el fortalecimiento del principio de solidaridad, citamos al filósofo Enrique Dussel, en su filosofía de la liberación, quien propone un modelo ético que se resume en tres principios: i) afirmación y defensa de la vida, ii) participación simétrica de los afectados, y iii) el consenso.

El primero no parecería tener discusión, pese a ello, en la práctica muy pocas veces la sociedad moderna reflexiona sobre las consecuencias de sus acciones y la forma como se amenaza o se destruye la vida, se puede afirmar que en la pandemia nos vimos abocados a esta disyuntiva: cuidar  la salud y con ella la vida o se mantiene  el modelo de producción, muchas veces, vicioso y consumista. 

La cuestión para Dussel es el quién, el cómo, el modo y la forma cómo se define afirmar la vida. Para poder responder estas interrogantes es necesario el segundo principio; la participación simétrica de los afectados, este principio está caracterizado por la posibilidad de argumentar en condiciones de igualdad, explicando entonces que la condición de persona humana debería ser suficiente para la participación igualitaria pero sabemos que en la sociedad actual esa no es tarea fácil ni segura.

La vida es entendida como una condición natural que se determina así misma; según Karl Otto Apel esto es llamado la determinación material, donde determinar es dotar de contenido, así mismo se entiende que los fenómenos de la naturaleza son descubiertos y no creados por el hombre. Karl Otto Apel también propone la existencia de la determinación formal que consiste en el proceso de creación humana mediante el cual se llega a una decisión; en este sentido, la determinación material es de mayor relevancia que la determinación formal.

Las formas no pueden ser más relevantes que la materia. Desafortunadamente esto no ocurre en la práctica, lo común en la historia de la humanidad ha sido la instrumentalización que el ser humano hace de los seres y recursos naturales, sin mayores esfuerzos argumentativos que involucren en el debate la supervivencia del planeta y con ella la vida humana.

El tercer principio es el consenso, resultado del debate sobre el contenido ético de los argumentos con pretensión de justicia y la razonabilidad con lo que se llega a una aceptación y con ello a una decisión con vocación de permanencia en la sociedad.

Este procedimiento ético planteado por Dussel podría ser aplicado al principio de solidaridad como vehículo de la razón sobre la fuerza o las pasiones. Llegando al consenso a través de la  participación simétrica de los afectados, quienes a través de los  argumentos, no de imposiciones, logran por encima de todo la defensa de la vida. Con ello alejaríamos la decisión de los intereses mezquinos, las pasiones, la economía y otros fenómenos construidos por la humanidad a los cuales se les ha conferido sin tenerlo un contenido material.


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